Uri Geller contra la maldición del pueblo de Carlisle
En 1525, el arzobispo de Glasgow echó una maldición sobre las gentes de la región de Cumbria, ubicada entonces entre Escocia e Inglaterra. Esta comarca no había sido evangelizada. Dijo: "Maldigo sus cabezas y todos los pelos de sus cabezas; maldigo sus caras, sus cerebros, sus bocas, sus narices... los maldigo en casa, los maldigo lejos de la casa; maldigo a sus mujeres, sus niños, y a sus criados que participan en sus hechos".
Resulta que el inocente pueblo de Carlisle, situado en Cumbria, encargó una obra de arte para celebrar el año 2000. Esta consistía, de acuerdo con el diario Telegraph, en una roca de granito de 14 toneladas que tiene inscrita la maldición del arzobispo, y que fue instalada en el museo local. Desde entonces, según el concejal de la ciudad Jim Tootle, se han cernido sobre Carlisle una serie de infortunios de "proporciones bíblicas".
De hecho, en estos últimos cinco años la ciudad ha sido golpeada por la fiebre aftosa, murió gente en las inundaciones de enero pasado, ha aumentado el desempleo, y hasta el equipo de fútbol local atraviesa por una testaruda sequía de goles. Todo es culpa, según Tootle, de la piedra maldita.
Por eso pidió desterrar la piedra o que sea exorcizada por un cura. El tema, a petición suya, será tratado en la reunión del concejo municipal el próximo martes.
Deshacerse de ella costaría unas 5.700 libras esterlinas, por lo que se barajan varias propuestas, entre ellas las del bizarro psiquico hebreo Uri Geller.
Ver noticia aquí.
Resulta que el inocente pueblo de Carlisle, situado en Cumbria, encargó una obra de arte para celebrar el año 2000. Esta consistía, de acuerdo con el diario Telegraph, en una roca de granito de 14 toneladas que tiene inscrita la maldición del arzobispo, y que fue instalada en el museo local. Desde entonces, según el concejal de la ciudad Jim Tootle, se han cernido sobre Carlisle una serie de infortunios de "proporciones bíblicas".
De hecho, en estos últimos cinco años la ciudad ha sido golpeada por la fiebre aftosa, murió gente en las inundaciones de enero pasado, ha aumentado el desempleo, y hasta el equipo de fútbol local atraviesa por una testaruda sequía de goles. Todo es culpa, según Tootle, de la piedra maldita.
Por eso pidió desterrar la piedra o que sea exorcizada por un cura. El tema, a petición suya, será tratado en la reunión del concejo municipal el próximo martes.
Deshacerse de ella costaría unas 5.700 libras esterlinas, por lo que se barajan varias propuestas, entre ellas las del bizarro psiquico hebreo Uri Geller.
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